En un mundo donde los avances en medicina reproductiva y biotecnología corren más rápido que las leyes y las certezas morales, la Dra. Heidi Mertes, profesora asociada de Ética Médica en la Universidad de Gante, nos invita a reflexionar sobre una pregunta que desafía tanto a la ciencia como a la conciencia: ¿Qué valor tiene un embrión?
Durante el reciente Campus Workshop 2025 de ESHRE, la Dra. Mertes presentó una ponencia tan filosófica como urgente: “Ethical considerations in choosing embryo research: exploring the moral status of embryos and newly-emerging embryo models”. Su intervención no solo trazó las líneas de debate ético actuales, sino que iluminó con una honestidad serena las zonas grises que rodean a los embriones en el contexto de la investigación científica.
No todos los embriones son iguales
La Dra. Mertes distinguió tres tipos de embriones involucrados en investigación:
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Los no aptos para la transferencia, debido a anomalías morfológicas o genéticas.
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Los embriones supernumerarios —aquellos que fueron viables, pero cuyo “proyecto parental” fue completado o abandonado.
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Los creados específicamente con fines de investigación.
Esta clasificación no es solo técnica: es profundamente ética. ¿Qué derechos tiene un embrión que nunca será transferido a un útero? ¿Cómo varía su “valor” según su origen o su destino?
Una decisión entre el corazón y la razón
La donación de embriones a la ciencia puede verse como una elección entre dos renuncias: destruirlos o permitir que sirvan a la investigación. Pero el peso emocional y simbólico que los pacientes otorgan a sus embriones cambia según sus circunstancias, como demuestran múltiples estudios citados por Mertes. Para algunos, un embrión es una célula. Para otros, un hijo. Para muchos, algo intermedio: un símbolo de esperanza o un lazo genético con el futuro.
¿Y qué pasa con los modelos de embriones?
Mertes abordó también el nacimiento de una nueva frontera: los Embryo-Like Structures (ELS) o modelos de embriones, como los blastoides o gastruloides. Estos modelos prometen avanzar en la ciencia sin tocar embriones humanos reales, pero… cuanto más se parecen a un embrión natural, más debemos preguntarnos: ¿estamos creando nuevas formas de vida con potencial moral?
La paradoja es clara: cuanto más útiles científicamente, mayor es su semejanza con los embriones reales y, por ende, mayor el dilema ético.
Un futuro que exige regulación y diálogo
El llamado de la Dra. Mertes es claro: la ética debe acompañar —no perseguir— a la ciencia. A través de un enfoque multidisciplinar y con voces como la del Comité de Ética de la ESHRE, se propone que estos modelos no reciban el mismo estatus moral que un embrión humano… hasta que la ciencia pruebe que pueden convertirse en vida.
Pero si eso sucede, la recomendación es firme: no crear nuevas entidades si hay embriones humanos disponibles para investigar.
Más que ofrecer respuestas absolutas, esta ponencia abre un espacio de preguntas necesarias. Porque en el cruce entre el laboratorio y el alma, lo que está en juego no es solo el futuro de la fertilidad o la medicina regenerativa, sino el corazón mismo de lo que consideramos vida.
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Embriones vitrificados
May 15, 2025 5:06:25 AM
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